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domingo, 12 de mayo de 2013

Estudio: el poder de la pose



Desde Descartes se habla del lenguaje no verbal y de lo mucho que una persona puede transmitir sin musitar una palabra, solo con su actitud, sus manos y los gestos de su rostro. Según las leyes del lenguaje corporal, la gente que está contenta ríe; la que está triste llora, y la que ostenta el poder despliega posturas de acuerdo a su jerarquía.

Pero recientemente los psicólogos han descubierto que las posturas y los gestos también pueden influenciar la mente y transformar situaciones de estrés, tristeza o desesperanza en calma, felicidad y optimismo.

A esta nueva línea investigativa se le conoce como personificación y tiene fascinados a los especialistas por sus potenciales usos terapéuticos. El trabajo más conocido es el de Amy Cuddy, psicóloga social de la Universidad de Harvard, quien ha demostrado con una serie de estudios que quienes asumen poses asociadas al poder, como llevar los brazos arqueados, las manos en la cintura y las piernas separadas, al estilo de la Mujer Maravilla, se sienten más confiados y seguros en situaciones difíciles.

El interés en este tema surgió al observar que sus estudiantes asumían actitudes opuestas según su género. “Ellas tratan de minimizar el espacio y verse más pequeñas, a veces se abrazan a sí mismas, o toman con una mano la muñeca contraria, mientras que los hombres expanden su cuerpo, lo estiran o ponen sus brazos alrededor de la sillas”, dijo Cuddy en una entrevista para la revista Wired.

Teniendo en cuenta que los hombres en sus clases tenían ligeramente mejores notas que las mujeres, Cuddy quiso investigar si sus posturas influían en su rendimiento académico.

Para probarlo reclutó a 42 hombres y mujeres, a quienes les asignó al azar posturas de poder y de subordinación. Cada cual debía luego asumir actividades estresantes mientras se les monitoreaban los niveles de testosterona y cortisol.

Estas hormonas, cuando se presentan en la proporción indicada, marcan la diferencia entre los individuos poderosos y los débiles. En los primeros el nivel de la testosterona es alto, lo que explica la sensación de firmeza y confianza en sí mismos que despliegan en actividades competitivas; el de cortisol es bajo, para desinhibir el temor. Lo contrario se observa en individuos con poco poder.

Al final del experimento, Cuddy logró demostrar su hipótesis: los participantes que hicieron las poses de poder tuvieron cambios en los niveles de dichas hormonas y en la proporción indicada. Según estos hallazgos, la experta cree que “en situaciones que requieren control y dominio la gente insegura y menos poderosa podría fingir la pose hasta lograr un cambio hacia una actitud de firmeza y seguridad”.

Otros expertos han encontrado similares resultados. Aunque se sabe que el título o cargo que alguien ostenta aumenta la sensación de poder, el psicólogo Adam Galinsky, de la Universidad de Northwestern, probó que la postura tiene un efecto aún mayor.

En su trabajo, publicado en la revista Psychological Science midió la capacidad de abstracción, un estado mental característico de los machos alfa. El experto encontró que este era mayor cuando un individuo asumía una pose de dominio, sin importar su cargo.“Para actuar y pensar como una persona dominante no se requiere tener un título”, dice Galinsky.

Estas evidencias, sin embargo, no se están aplicando para intimidar ni manipular a otros, sino para ayudar a personas que se sabotean a sí mismas en momentos cruciales. Cuddy lo llama ‘síndrome del impostor’ y lo sufren quienes se dejan convencer de una vocecilla que repite en la mente ’no merezco estar aquí‘, y que, en consecuencia genera una gran sensación de impotencia.

En su conferencia para TED, que se ha visto más de 5 millones de veces, la experta señala que si la gente hace estas poses de poder por 2 minutos, en el ascensor, en el baño o en cualquier sitio antes del evento estresante, logran el efecto fisiológico para dar lo mejor de sí.

En estudios posteriores Cuddy ha confirmado una y otra vez esta hipótesis. En uno de ellos estableció dos grupos que asumieron poses de poder y otros de subordinación al prepararse para una conferencia frente a un panel de jueces. Los que practicaron las poses de poder fueron percibidos como más entusiastas y competentes.

Sin embargo, para ella la gran prueba de que esta simple herramienta funciona son los mensajes de personas de todas partes del mundo que la han usado exitosamente no solo para entrevistas sino para recuperarse de enfermedades, triunfar en proyectos laborales o abandonar relaciones abusivas. “Aquí no se trata de lo que el lenguaje corporal comunica a otras personas sino de lo que le dice a uno mismo”, dice la experta.

Aunque algunos creen que estos efectos solo duran 30 minutos, Dana Carney, psicóloga social de la Universidad de California en Berkeley, experta en posturas de poder, señala que el efecto podría generar una cascada de cambios durante el día. “Le va bien en la presentación, la gente responde y así se inicia un ciclo positivo”.

El cuerpo habla

Tanto los animales como los seres humanos demuestran su dominio a través de ciertas poses. Las que denotan poder implican abrir los brazos y las piernas, expandirse y, en general, tomar más espacio. Mientras tanto, en las poses de poco poder el cuerpo se contrae y minimiza.

Los expertos saben que el cuerpo moldea la mente, por lo tanto recomiendan hacer las poses de poder durante dos minutos antes de una presentación o de otra situación difícil. “Esto es lo que toma prepararse para optimizar la función del cerebro para asumir retos en donde se juega el destino”, dice Cuddy.

Si se siente que es muy fingido, la experta recomienda repetirlo hasta que se convenza de ello. Estas herramientas no pretenden volver machos alfa a los introvertidos. Solo es una estrategia para adquirir mayor seguridad, calma y firmeza en las situaciones difíciles.



(FUENTE: semana.com)

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