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martes, 6 de junio de 2017

El jesuita mexicano que fotografiaba espíritus


“Todos los que creen en el fenómeno espiritista, así como los que son abiertamente escépticos, no pueden dejar de interesarse por las imágenes espirituales hechas por el padre jesuita De Heredia”, comenzaba en 1923 un reportaje de la revista Popular Mechanics sobre la habilidad de un sacerdote mexicano a la hora de fotografiar espíritus.i El clérigo en cuestión era Carlos María de Heredia, profesor de la Universidad de la Santa Cruz (Worcester, EE UU), ilusionista aficionado y amigo de Harry Houdini y John Mulholland, dos magos que también luchaban entonces contra la charlatanería mediúmnica.

Carlos María de Heredia nació en 1872 en Ciudad de México en el seno de una familia acomodada. “Su padre era un mexicano muy rico que construyó un teatro privado para él y sus hermanos. Cuando una celebridad visitaba México, negociaba con ella para que actuara en una sesión privada en el teatro de sus hijos. Una vez (Alexander) Herrmann, el famoso mago, visitó México y actuó ante los niños. La pericia del mago impresionó tanto al padre (de Carlos María de Heredia) que se las arregló para que enseñara su arte a sus hijos”, recuerda el editor en el prólogo de Spiritism and common sense (Espiritismo y sentido común, 1922), una de las obras fundamentales del jesuita.ii Así surgió en el pequeño De Heredia el interés por la magia. Años después, ya sacerdote, recurrió a ella para desvelar los engaños de los médiums, incluidas las fotografías de espíritus.

Arthur Conan Doyle publicó en 1922 dos libros sobre fenómenos paranormales: The coming of the fairies (El misterio de las hadas) y The case for the spirit photography (El caso de la fotografía espiritual). En el primero, presentaba cinco fotos de hadas sacadas por dos niñas en Cottingley (Reino Unido) como prueba de la existencia de las criaturas del bosque. Las hadas, en realidad, las habían creado las pequeñas a partir de dibujos de un libro de infantil de 1915, el Princess Mary’s gift book. En el segundo, el padre de Sherlock Holmes hacía lo mismo con fotos de espíritus. Un año más tarde, The New York Tribune contaba cómo, “aunque fuera un fraude”, un imagen tomada por la médium Ada Emma Deane que Doyle había enseñado durante una charla en el Carnegie Hall “estaba tan bien hecha que emocionó a quienes la vieron” hasta el extremo de que “varias mujeres empezaron a llorar y una gritó histéricamente”.iii La psíquica había hecho la foto el 11 de noviembre de 1923, en el quinto aniversario del armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial. Como en años anteriores, una multitud se congregó aquel día en los alrededores de El Cenotafio de Londres en honor a los soldados británicos caídos. En la imagen se veían cabezas fantasmales flotando sobre la gente. “Creo que es la mejor foto espiritual jamás hecha, con los espíritus de esos hombres que regresaron aquel día mientras la multitud les homenajeaba por su sacrificio”, decía el novelista.

“Diversiones infantiles”
A Carlos María de Heredia ese tipo de fotos no le perturbaba lo más mínimo. En 1920 el sacerdote había hablado en el Club Católico de Nueva York sobre “el peligro de perder la fe en Dios” debido al espiritismo y había hecho una demostración pública de su habilidades, advirtiendo de que todo eran trucos. “No obstante, la mayoría el público coincidió, tras verle levitar sobre una mesa, escuchar golpes del mundo astral y ver cómo producía una fotografía espiritual y escritos del Más Allá, que, si no fuera por su atuendo, el padre De Heredia podría dirigir su propio vodevil”, informaba The New York Times.iv El clérigo sostenía que el 90% de los fenómenos espiritistas respondían a trucos, otro 5% tenía explicación científica y el restante 5% estaba pendiente de ella.

Para él, todo médium era un fraude. “Hacen negocio con ello, y el negocio es el negocio. En los negocios, encuentras lo que quieren tus clientes y se lo suministras. Puede haber algunos que crean que realmente hacen algo sobrenatural. Si existen, son tan pocos que pueden contarse con los dedos de una mano. Y, si creen sinceramente en lo que dicen, están muy confundidos. Porque inconscientemente están haciendo cosas perfectamente naturales, aunque puedan ser un poco inusuales”, decía.v De las fotos del Más Allá pensaba que en su mayoría eran fraudulentas y que las que no eran un engaño intencionado tenían una explicación “perfectamente natural”.

Las imágenes de las hadas de Cottingley y las fotografías psíquicas como las de Deane eran para él meras “diversiones infantiles”. “En casi todas las fotos espirituales, un estudiante de ciencias puede descubrir las más obvias formas de engaño, desde las dobles exposiciones, los dibujos superpuestos y otros efectos de la manipulación de placas hasta las formas más simples de engaño del médium al fotógrafo. En este último caso, es a menudo difícil de creer que el investigador no colabore con el médium en el engaño”, advierte en Spiritism and common sense.vi Dos días después de la charla de Doyle en el Carnegie Hall, el sacerdote recrea fotos fantasmales en la sede del diario neoyorquino The Evening World ante un artista, un reportero y un fotógrafo del periódico que estaba seguro “de que no se le escaparía el procedimiento del padre, por oculto que fuera”.vii

El fotógrafo llevó una de sus placas montada ya en el chasis. Los cuatro se metieron en el cuarto oscuro y, para evitar cambiazos, sacaron la placa, la firmaron y la volvieron a poner en la cámara. Una vez fuera de la habitación, el fotógrafo retrató a los otros tres y, cuando reveló la placa, apareció entre ellos el rostro del almirante inglés David Beatty. Repitieron tres veces el experimento y surgieron de la nada otras tantas figuras fantasmales: la de un soldado, la de un borracho y la del propio Arthur Conan Doyle. El fotógrafo intentó dar con una explicación para el fenómeno, pero no lo consiguió, ante lo cual el jesuita le contó en privado cómo lo había hecho. Entonces, el fotógrafo repitió el experimento ante la mirada del sacerdote y consiguió que un espíritu apareciera en un retrato del artista y el reportero. Cuando vio las fotos fantasmales del cura en The Evening World, Doyle rechazó que se parecieran a las auténticas. “La afirmación del padre De Heredia de que puede fabricar fantasmas falsos está fuera de toda consideración”, sentenció.viii Lo cierto es que no hay diferencia entre las fotos del jesuita y las auténticas más allá de que en las primeras los espíritus correspondan a personajes vivos cuando se sacaron las imágenes.

De Heredia hizo en los meses siguientes demostraciones similares en otras redacciones, incluidas las de las revistas Scientific American y Popular Mechanics. Tenía varios métodos para fotografíar espíritus, pero nunca reveló en sus libros el que tanto asombraba a los periodistas al hacerlo con placas que no eran del cura ni las había visto antes. Decía que “podría hacer muchísimo daño, ya que no pocos médiums, al saberlo, lo pondrían en práctica engañando irremisiblemente a sus infelices clientes”.ix Otros lo contaron por él.

Así, en Popular Mechanics explicaron que el sacerdote había descubierto el método años antes “por accidente” cuando, mientras experimentaba con “algún tipo de pintura luminosa”, dejó un momento sobre una hoja de papel “un objeto cubierto con esa sustancia” y, al levantarlo, descubrió una “débil impresión fotográfica del objeto”. “Esto le llevó a intentar transferir una imagen directamente a una placa fotográfica untándola primero en pintura y luego dejándola sobre la superficie sensible”.x Los resultados no sólo eran sorprendentes, sino que además no afectaban a la placa lo suficiente como para que alguien se diera cuenta de que había sido manipulada. Según Harry Houdini,xi cuando llegaba el momento de firmar la placa para garantizar que no habría cambiazo, el sacerdote llevaba oculta en la palma de la mano izquierda una foto empapada en fósforo. La imagen se impresionaba cuando el cura apoyaba esa mano en la placa mientras estampaba su firma de control con la derecha. Sencillo, ¿verdad?

(FUENTE: csicop.org)

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